Corpus Identificador Nivel Sexo Edad Nivel de español Duración
COLUMNAS.HUMOR 2 Rosa Montero Alto Mujer >55
Rosa Montero
  • Sexo Mujer
  • Nivel Alto
  • Edad >55
En las últimas semanas me he enterado de un par de chistes que considero muy reveladores de la monumental subjetividad con la que todos traducimos el mundo. Teniendo en cuenta los vientos de sectarismo e intolerancia que vivimos, aprender a desconfiar de la propia visión no me parece mal entrenamiento. El primer chiste me lo contó mi amigo Nicolás Belmonte, quien a su vez se lo había escuchado al historiador Paul Preston, y dice así: El entrenador del Liverpool CF viaja a Kabul para ver jugar a un futbolista afgano; impresionado por sus dotes, le ofrece un contrato y se lo lleva a Gran Bretaña. Dos semanas más tarde, el joven afgano juega su primer partido en Liverpool; cuando sale al campo, el equipo está perdiendo por 2 a 0. En veinte minutos, el muchacho mete tres goles y le da la vuelta al marcador. Cuando termina el partido, el afgano corre a llamar por teléfono a su madre y le dice: “Mamá, ¿sabes qué? ¡Jugué hoy veinte minutos, metí tres goles y gracias a eso ganamos, todo el mundo me adora, los fans, los periodistas, los compañeros del equipo, todos!”. “Estupendo”, le contesta la madre, “déjame que te cuente yo mi día: a tu padre le han pegado un tiro en la calle; tu hermana y yo fuimos asaltadas y a ella estuvieron a punto de violarla, menos mal que pasó un coche de policía; tu hermano se ha unido a una banda de saqueadores y ha incendiado unos edificios, ¡y mientras tanto tú me cuentas que te lo estás pasando en grande!”. El chico se queda estupefacto y acongojado: “¿Qué puedo decir, mamá? Lo siento mucho”. “¿Que lo sientes? ¿Que lo sientes?”, vocifera la madre: “¡Es por tu culpa por lo que nos hemos venido a vivir a Liverpool!”. Ah, ahí está todo o casi todo, está nuestro prejuicio y nuestro paternalismo ante los países que no son del Primer Mundo; está nuestro vago y desinformado horror ante esas zonas del planeta atrapadas por la violencia, de las que lo ignoramos casi todo; y, por añadidura, está la debacle actual, la decadencia social, cívica y política de la vieja Europa.