Además estos locos geniales van a colegios e institutos a dar charlas, a universidades y conferencias a dar la brasa, e incluso se atreven a montar talleres de comunicación científica para grupos de hasta doce personas. En realidad se diría que se atreven a casi todo. Son como unos misioneros del saber, empeñados en desasnar a esta sociedad de nuestro arraigado prejuicio acientífico. Y es que no hay fantasía mayor que la ciencia: ni hadas ni Harry Potter ni la serie Crepúsculo.